El olor en las curtidurías invadió mi cuerpo por completo y tuve que contener aquella mueca de asco que automáticamente surgía. Y es que el guano mezclado con cal a plena luz del día y a 38C, no es una buena mezcla. Acerqué a mi nariz unas hojas de menta que me habían entregado para amortiguar el olfato, y así evadir un poco el golpe de olor. Así seguí mi recorrido por una de las coloridas curtidurías de Marrakesh que visité, en donde pude ver y aprender cómo se manejan los cueros, que son teñidos con tinturas naturales, para que luego sean trabajados por especialistas talabarteros.
Marruecos es uno de los países en donde más se trabaja el cuero, y a pesar de que no es uno de los ingresos más importantes directamente, el turismo que adquiere los productos, sí lo es. Las piezas trabajadas se pueden encontrar tanto en lujosas tiendas privadas, como en cualquiera de los grandes bazares de las concurridas ciudades como Fez, Casablanca, Tánger y Marrakesh.

Ahmed, quien sigue la tradición familiar en Chefchaouen
Ahmed trabaja el cuero y sus creaciones nos tienen boquiabiertas. Al mismo tiempo que nos invita a pasar a su tienda llena de zapatos, sandalias y algunos accesorios de diseño propio, sonríe. Nos muestra distintos modelos que me sorprenden por su diseño vanguardista. No son los clásicos modelos que se ven en otras calles de la bella Chefchaouen, más conocida como la Ciudad Azul o la Perla Azul, ubicada a tres horas al norte de Fez o 3 horas al sur de Tánger.
—Es un negocio familiar —nos dice. —He tenido la suerte de poder viajar y ver lo que se hace en otros países como España e Italia, y de ahí me he influenciado para ofrecer cosas distintas —.
Nos muestra su taller y los nuevos diseños que está haciendo. Está lleno de cueros de colores y el olor a este está impregnado en la sala.
Tiene dos hijos y espera también sigan con el negocio familiar.
Mientras sigo indecisa de cuál de todos los modelos adquirir, entran dos nuevas clientas que claramente ya habían estado ahí, ya que le señalan sin mucho pensar dos distintos con muchas seguridad. Y, mientras yo sigo probándome las opciones que me gustan, veo se van felices con sus nuevas compras.
Mohamed me espera paciente y para amenizar aún más el momento, me ofrece thè, el cual no se rechaza cuando uno es visita en Marruecos.

La Perla Azul le dicen, Chefchaouen
*Artículo original escrito para porsuszapatos.wordpress.com